De Juan Pablo II a Francisco: Apertura y reconciliación, el camino del cambio (II)

PAPA FRANCISCO

Carlos bloguero

Entre el 26 y el 28 de marzo de 2012, Su Santidad Benedicto XVI, hoy Pontífice Emérito de la Iglesia Católica, realizaba una muy intensa visita a Cuba como «peregrino de la Caridad».  En su discurso de despedida dentro de un salón protocolar del Aeropuerto Internacional José Martí de la Habana expresaba:

«La hora presente reclama de forma apremiante que en la convivencia humana, nacional e internacional, se destierren posiciones inamovibles y los puntos de vista unilaterales que tienden a hacer más arduo el entendimiento e ineficaz el esfuerzo de colaboración. Las eventuales discrepancias y dificultades se han de solucionar buscando incansablemente lo que une a todos, con diálogo paciente y sincero, comprensión recíproca y una leal voluntad de escucha que acepte metas portadoras de nuevas esperanzas».

Las palabras del Santo Padre, que se conectan con un hilo conductor a las de su predecesor, vuelven a evocar el diálogo paciente y sincero para que la realidad pueda cambiar y con ella la vida de la nación cubana.

Fruto de este viaje quedaron la conmemoración del Viernes Santo, como día feriado establecido legalmente por el gobierno. La mediación de la Iglesia católica para la excarcelación de casi todos los presos políticos condenados cuando la primavera negra, aunque éste proceso había iniciado ya meses antes, cuando se iniciaron los preparativos para la visita del Papa a Cuba y como fruto del diálogo sin precedentes del General Castro con la Iglesia, luego de asumir la presidencia del Consejo de Estado de la República. Se avanzó en la construcción del Seminario de San Carlos y San Ambrosio de la Habana, el primero después de instalada la tiranía en el poder. Se comenzó un proceso de devoluciones de propiedades anteriormente expropiadas a la Iglesia católica así como a otras confesiones religiosas. Se permitió a la Iglesia comenzar cursos de capacitación al pueblo sobre diferentes temas de economía, administración de empresas y muchas otras vertientes.

Si valoramos todos estos acontecimientos con una óptica pragmática, podemos observar cómo se han ido creando diferentes escenarios de diálogo y concesiones por parte del gobierno, en este caso con la iglesia católica o a través de ella. Es cierto que no con la velocidad ni con la profundidad deseadas y necesarias.  El General y sus subordinados saben que no cuentan con mucho tiempo, no cuentan con el misticismo mesiánico del barbudo comandante y su edad no les permite mucho tiempo para maniobrar. Por supuesto que ningún cambio que ellos vislumbren sería para una apertura al Estado de Derecho, democrático e incluyente que nosotros deseamos. Pero nunca antes habían estado en una posición tan vulnerable.

Al mismo tiempo surgen algunas preguntas: Por qué no ha dialogado con la oposición? Por qué con la Iglesia Católica sí y con la oposición no? Es realista esperar una apertura del régimen a la democracia, al diálogo y a la reconciliación nacional por vías pacíficas?

Primeramente debemos recordar que, para los jerarcas comunistas y su aparato político-militar, la Iglesia Católica siempre fue considerada un poderoso adversario, parte de la «gusanera contrarrevolucionaria» que debía ser aplastada, reprimida y exterminada. Entonces, al comenzar un proceso de diálogo con los representantes de la Iglesia, ha comenzado el diálogo con parte de la oposición. Es cierto que no ha hablado con partidos políticos o movimientos sociales del resto de la sociedad civil, ni con el exilio. Pero sería muy desacertado y hasta poco serio desconocer a la iglesia como institución que agrupa a muchos cubanos y que no ha sido nunca alineada con el gobierno, sino más bien reprimida, silenciada, exiliada, calumniada y desprestigiada por la propaganda castrista y toda su maquinaria institucional. La Iglesia tiene una doctrina social, no incita a la violencia y  demanda en su diálogo coherente una serie de objetivos muy bien definidos que van respaldados por los cientos de miles de católicos cubanos a los que representa.

La oposición, que crece matizada por los diferentes partidos políticos o movimientos sociales, no cuenta con una doctrina o programa alternativo que se conozca por la mayoría de la población o que una gran mayoría del pueblo los asuma con plena identidad.

Recordemos el proyecto Varela y a la vez tomemos ese ejemplo. Luego de las miles de firmas entregadas a la Asamblea Nacional, el tirano emérito convocó un referéndum para radicalizar más aún la constitución de la República, pues sabía que la simpatía que aquel proyecto había despertado en la población era real y que, aunque no fue un gran porcentaje de ciudadanos los que firmaron, si eran millones los que miraban aquel proyecto con total respaldo. Lamentablemente, las circunstancias políticas de aquel entonces no eran las de hoy.

Debemos analizar si las demandas de los grupos de oposición coinciden con las demandas de la mayoría de los ciudadanos cubanos, si existe una sintonía entre lo que los partidos consideran importante y lo que el pueblo mira como importante.

Mientras tanto, el General sigue dialogando con el «imperialismo». Las embajadas se abren, los turistas vienen, los contratos comerciales se incrementan galopantes, los dólares se multiplican y el producto interno bruto crece. Muchos otros cambios introducirá la dictadura. Depende de nuestra inteligencia y sagacidad si Cuba se abre a los cubanos en paz y con todas sus magníficas posibilidades o si, en cambio, le regalamos nuevamente otra oportunidad sin que tengan que responder ante el descontento popular y su descrédito y actúen en contra de una Cuba para todos los cubanos. El desmantelamiento del régimen y la reconstrucción de la nación sólo podrá alcanzarse por la vía no violenta. Es ese el único terreno de operaciones para el que ellos no están preparados.

Otro Pontífice católico, Francisco. Por cuya mediación se ha materializado la apertura del diálogo con los «compañeros del Norte Revuelto y ya no brutal», viene a Cuba. Su mensaje esta vez es como «misionero de la Misericordia». Escucharemos al obispo de Roma en perfecto español hablarle al pueblo sobre reconciliación, perdón, convivencia pacífica, respeto por las ideas de todos …Y no descarto alguna frase mucho más atrevida teniendo en cuenta su actuación en las visitas anteriores a diferentes países desde que inició su pontificado. No se trata de poner nuestras esperanzas en el Papa, sino en la oportunidad de que el pueblo escuche y comprenda lo que ese mensaje significa.

SOMOS + los ciudadanos que cada día esperamos ese cambio. Bendito el que viene en Nombre del Señor.

 

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One comment on “De Juan Pablo II a Francisco: Apertura y reconciliación, el camino del cambio (II)
  1. Pedro:

    Coincido con tu comentario. De eso se trata nuestra propuesta como Movimiento. Y si lees las bases y principios de Somos +, podrás ver que tratamos de perfilar todas las propuestas alternativas partiendo de las necesidades del pueblo, de lo que la gente realmente anhela, del sentir popular que dista mucho del discurso oficial y de la de los sectores mas extremos de la oposición.

    Desde nuestra perspectiva, como parte integrante del pueblo, Cuba no necesita ideologías. Cuba necesita Instituciones civiles democráticas y participativas , con un Estado de Derecho bien instituido y refrendado por una constitución atemperada a los momentos actuales y las características reales de la nación cubana. Todas las ideologías, sin excepciones, pueden y deben tener un espacio y las mismas posibilidades dentro del espectro político del país, pero no puede ser una ideología u opción política lo que dirija, controle y disponga las instituciones y los poderes del Estado y de la nación.

    Tienen que producirse elecciones libres, debe haber un proceso en el que se le posibilite al pueblo elegir sus opciones sin manipulaciones y sin dejar ningún espacio a la violencia y la indisciplina social. Tenemos todas las condiciones como pueblo y como país para garantizar un proceso democrático, participativo que posibilite la paz, la reconciliación y la inclusión de todos los cubanos en la Patria de todos. Como todavía grita Martí: Con todos, y para el bien de todos.

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