La historia recomienza: América Latina

America latina

Por David George

«Pero así está Bolívar en el cielo de América, vigilante y ceñudo, sentado aún en la roca de crear, con el inca al lado y el haz de banderas a los pies; así está él, calzadas aún las botas de campaña porque lo que él no dejó hecho, sin hacer está hasta hoy; porque Bolívar tiene que hacer en América todavía!»

                                             J Martí.(18:243)

 

El comienzo de una nueva etapa en la historia de América Latina parece haber echado a andar, arrancando con el triunfo de Mauricio Macri en las urnas argentinas e impulsándose tras el sonoro y estremecedor éxito de la oposición venezolana en sus elecciones legislativas.

Otros comicios están por venir y con estos tambores muchos se apresuran a prever el fin de una época en que la izquierda triunfal se apoderó del escenario político como una contundente fuerza que parecía inextinguible y contagiosa en la mayor parte del continente, como en su momento lo fueran los movimientos guerrilleros luego de la Revolución Cubana.

Es posible que sí, que este movimiento en la correlación de fuerzas atenúe el paroxismo creado por los gobiernos populistas de la región que al calor de la victoria chavista pusieron en jaque a una derecha desmoralizada y agotada que reinó durante el llamado neoliberalismo de los 90, que fue a su vez sucediendo como democracia representativa a los nefastos regímenes de dictaduras militares que tras reiterados golpes de estados convivieron en contubernio y bajo la vista gorda y cómplice de los gobiernos estadounidenses.

A eso se resume la historia reciente de nuestra América que no para de sangrar, pues no logra en su padecer, reciclando regímenes que se suceden, mutando en ideológicas e intereses más que en coherencia y voluntad, cauterizar las venas que de izquierda o de derecha; no paran de hacer brotar el dolor de una región que no encuentra el camino de la democracia, la prosperidad y en consecuencia el bienestar de sus pueblos.

Y es que cuando repasamos este largo y amargo proceso desde una perspectiva histórica más que la lógica sucesional legal de gobiernos de turno, que supone en dependencia de su éxito de gestión, la evolución y madurez de las fuerzas dominantes y sus mecanismos del poder, lo que observamos en el continente es un canibalismo de clases donde las tendencias dominantes son antagónicas a la democracia y por ende a generar oposición.

Desde las dictaduras llámense pinochetista o fidelista, hasta los populistas llámense maduristas o kirchneristas, han establecido mecanismos seudo demócratas con la intención de perpetuarse en el poder y exterminar a contrarios y disidentes.

Con ello solo han logrado abanicar el fuego que pesa sobre los verdaderos problemas de nuestras sociedades que al inflamarse provocan la rebeldía de los inconformes, que con el apoyo y descontento popular se hacen del poder y crean cual mecanismo vicioso y sin salida otro régimen, que a la diestra o la siniestra comete los mismos vicios que su predecesor.

Para entenderlo habría que comprender de dónde surge la Revolución del 59 en Cuba, sino de la corrupción y los desmanes del gobierno batistiano, pero que luego se  convierte y traiciona el proyecto anunciado y se transforma en dictadura que trata de exportar y a la cual temen las clases más amenazadas del hemisferio, que buscan su derrocamiento a través de golpes militares que tan tristes acontecimientos traen a nuestra historia reciente.

Pero de igual modo: De donde se fragua el populismo sino de las décadas de corrupción, entreguismo y pobreza que inundan a los pueblos durante ese período neoliberal que sucede a las dictaduras. Falsos guiños conquistan el apoyo popular y triunfa nuevamente un sistema que trata de desmontar al derrotado por los mismos senderos constitucionalistas que luego enmendarán a su antojo, menospreciando sus logros sin valorar en lo positivo y así los ciclos no terminan en nuestra América. Nicaragua es espejo del por que y como se sucede este esquema.

Se me antoja, sin embargo, que, como nunca antes, este balance se precipita en el horizonte de hoy, donde la llamada derecha se empina y la izquierda se resiste a ceder, donde cada bando ha de crear sus blindajes sobre lo social, lo económico, buscando las fórmulas que permitan en comunión la verdadera emancipación.

¿Aprenderá el chavismo que las estrategias de su «Socialismo XXI» no pueden relacionarse con las tácticas obsoletas, desprestigiadas e ineficaces copiadas desde la Habana que no son ejemplo a seguir y dan al traste con la destrucción del aparato productivo que garantiza más allá del rentismo petrolero la riqueza necesaria para cumplir con los proyectos sociales que enarbolan como bandera?

¿Se aferrarán a la idea del pensamiento único, en transformar al estado en gobierno, la patria en revolución, la ideología en institución y los críticos en disidentes?

¿Será que la alianza opositora insistirá en sus viejos guarismos heredados del puntofijismo sin tener en cuenta el panorama actual e interpretar las demandas y prioridades de una política moderna, coherente, alternativa que sea capaz de conjugar una economía sustentable con los planes sociales mostrándolos como obligación y no como favor de un estado?

¿Emularán la altura de esta mayoría que hoy los elige e interpretarán con pragmatismo que su éxito es más  atribuible al chavismo descontento, cansado de  erróneas políticas del estado, que al carisma o plan ofrecido por ellos?

¡Se hace urgente, impostergable calcular y saldar cuentas!

Pues ha llegado la hora de abortar la confrontación y las dicotomías estériles, es preciso conjugar la política con lo social, romper el antiguo daguerrotipo y retratar en colores este nacimiento de aires nuevos.

No hay espacio para totalitarismos ni hegemonías. Es hora de abandonar extremos y de mutar al centro. Es tiempo de que funcione la balanza equilibrando las sabías de la mano que maneja con la que hace la señal, tal como sucede en las más efectivas (aunque no perfectas) democracias contemporáneas.

Por eso aplaudo el empinar de estos días donde los unos aún pueden, donde los otros resisten, haciéndose fuerzas en esta obligada y dialéctica unión y lucha de contrarios. Porque todos cabemos en el mismo sueño, que otra historia comience para América Latina.

 

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David George

La Habana,1971. Licenciado en Terapia Física y Rehabilitación en UCMH. Escribe por afición sin mayor pretensión que su utilidad en el despertar y motivación de los lectores en los temas que trata. Pensando que el mérito de nuestra generación debe estar mas allá del sobrevivir, identifica a Somos+ como el movimiento con la expresión, el pensamiento y la conducta capaz de producir los cambios que aspira para Cuba.

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