Se cierra el cerco en Venezuela

Cerco venezuela

Por David George.

A medida que se acerca la fecha del 6 de diciembre, se hace más evidente el terremoto electoral en que se encuentra sumido el país.

Desde el primer triunfo chavista, nunca después, el ambiente de campaña había tenido un carácter tan enigmático, como el que se respira hoy.

Los venezolanos, conscientes todos de la importancia de estas elecciones a diputados, comprenden su significación lo cual hace que estos escrutinios trasciendan en dimensión que tal vez nunca hubiesen tenido otras parlamentarias incluso algunas presidenciales anteriores.

Y es que se enfrentan dos polos, en una contienda plagada, una vez más, de acusaciones mutuas, discursos que llegan a perder el respeto más elemental y la mínima ética política incluyendo el asesinato de un dirigente político, el oficialismo desgastado y una oposición que no llena el vacío existente.

El chavismo  con un liderazgo empobrecido y ridiculizado, que por mucho, no fue capaz de mantener ni con discursos ni logros la imagen y popularidad heredada de su antecesor.

Las políticas implementadas no han sido efectivas para impedir el desabastecimiento, la inflación y la violencia en que se ha sumido el país y que en definitiva son los pilares sobre los que los votantes, en su mayoría, se apoyarán para decidir, más allá de los asuntos democráticos, sombras de corrupción o de derechos humanos, pero que al final también cuentan y desde luego se nota ya en las calles y a boca del pueblo.

Por otro lado está la oposición que en todos estos años de chavismo no ha sido capaz de marcar una agenda coherente, dar una imagen sólida de unión e identificar un líder representativo que inspire realmente y llene ese vacío presencial, que no han sabido o no han podido aprovechar malinterpretando la lógica de una política de oposición intuitiva.

Sin embargo la ineficacia oficialista les favorece la balanza con el ciudadano de a pie, con lo que ya llenan espacios que antes dominaba el Gobierno.

En este escenario se hace difícil profetizar y los analistas más avezados toman distancia de atreverse a prever que pasará después del 6. En sus frecuentes arengas el presidente ha insinuado que no dejará «usurpar» el poder lo cual hace pensar en fórmulas que colmarían  de violencia y sangre las calles de Venezuela como ya ha sucedido ante la inconformidad de alguna de las partes.

Ninguna de ellas sería lo que desea ni necesita el pueblo venezolano, que ya ha sacrificado demasiado.

La oposición apela, sin otra opción, a que los organismos internacionales velen por la transparencia (el gobierno se resiste a la observación de algunos de ellos como la OEA), a que el consejo nacional electoral sea imparcial; y albergan la esperanza de que los militares apegados a la Constitución no permitan la pérdida de los valores de ésta.

La opinión y presión internacional igualmente actuará dividida en dependencia del tinte político de sus actores.

De lo que si no hay dudas es que cualquier resultado final en esta pretendida renovación de la asamblea llevará a vivir una nueva revolución venezolana pues de continuar el oficialismo radicalizará como nunca su llamada propuesta socialista; la oposición, logrando mayoría, comenzaría un proceso de desmontaje y transformación legislando a favor de nuevos y profundos cambios.

De cualquier forma uno u otro contendiente más allá de discursos intereses o ideologías tendrá en sus manos la responsabilidad de evitar cualquier tragedia que caiga sobre los hombros del único ganador que deben tener estos escrutinios: El pueblo venezolano.

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David George

La Habana,1971. Licenciado en Terapia Física y Rehabilitación en UCMH. Escribe por afición sin mayor pretensión que su utilidad en el despertar y motivación de los lectores en los temas que trata. Pensando que el mérito de nuestra generación debe estar mas allá del sobrevivir, identifica a Somos+ como el movimiento con la expresión, el pensamiento y la conducta capaz de producir los cambios que aspira para Cuba.

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