¿Huelga o abandono del puesto de trabajo?

 

Industria Deportiva cubana

 

Por Pedro Acosta

Antes de 1995 la Industria Deportiva que se ubicaba al fondo de la Ciudad Deportiva, contaba con más de 1,000 trabajadores distribuidos en diversos talleres. Elaboraba una extensa gama de artículos deportivos por un valor aproximado de 8 millones de pesos.

  • El deporte no fue ajeno al despilfarro. Veamos, el plan de producción del taller de carpintería contemplaba entre otros: bastones de relevo, bastones de jueces de línea para el fútbol y clavas para la gimnasia. Implementos que duran años, apenas se desgastan, sin embargo planificaban anualmente 1,500 unidades de cada uno de ellos. En el país no existían más de 400 áreas donde se entrenaran cuartetas de relevo, ni más de 1,000 donde se practicara la gimnasia rítmica, ni más de 1,000 jueces de línea. En la planicie que existe frente a los talleres se acumulaban, por años, miles de accesorios de hierro para el levantamiento de pesas.

Terminada la Serie Nacional de Béisbol comenzaba la Selectiva. Existían seis equipos y unos 200 peloteros, a todos ellos se les entregaban cada vez un guante, el que generalmente nadie usaba porque utilizaban el amoldado. Es famoso el caso de Félix Isasi, que usó por más de diez años (hasta en competencias internacionales) un pequeño guante amoldado a su gusto.

  • Pero donde en realidad se derrochó fue en la producción de balones de goma. En primer lugar, la línea que se le compró a Bulgaria era muy obsoleta. Ellos, desde más de 10 años antes, usaban otra tecnología.

Para ahorrar unos 55 mil pesos, no se realizaron trabajos para eliminar la contaminación de la goma. Era normal que alrededor del 60% de las pelotas producidas en un día presentaran poros en su estructura; y en ocasiones sucedió con el 100% de ellas. Las pérdidas eran millonarias, el plan anual de estas ascendía a más de 100 mil balones.

En Cuba la palabra “huelga” desapareció de nuestro vocablo. En el Código Penal Laboral se establecieron nuevos términos para designar todo lo que tuviera semejanza con ella. Surgen entre otros: Abandono y/o Ausencia al puesto de trabajo.

¿Huelga o abandono al puesto de trabajo?

Enfoquémonos ahora en la indiscreta palabra. El taller de embarcaciones plásticas es un área contaminante, se trabajaba con isobutanox, cobalto, resina poliester, fibras de vidrio, acetona y alcohol, por lo que se debía contar con una alimentación complementaria. La  mayoría de los que allí laboraban padecían de problemas gástricos, alérgicos y algunos con problemas respiratorios.

En pleno Período Especial (1994) los pocos que allí producíamos comenzamos a exigir que se nos diera doble ración de almuerzo, no pedíamos nada en específico, solo pretendíamos paliar los fuertes dolores estomacales y ligeros mareos que nos producían los gases emanados de los botes que elaborábamos.

No teníamos a quién más acudir con nuestro pequeño reclamo y decidimos, un día del mes de mayo de ese año, irnos después de terminada la jornada laboral de la mañana y paralizar el taller hasta tanto no se resolviese la situación. Le habíamos comunicado días antes al Jefe de taller nuestra decisión para que actuara en consecuencia. Nada resolvió y ese día los cuatro obreros y yo, jefe de brigada, nos retiramos según lo acordado.

Nos personaríamos diariamente en la mañana exigiendo se cumpliera nuestra única demanda: matar el hambre aunque fuera con boniato y arroz. Algo nos sorprendió al día siguiente, esperaban por nosotros sendas sanciones laborales. En mi caso por ser “el cabecilla del hecho”, sin aclarar que “hecho”, se me sancionaba a un año como ayudante con afectación del salario de $160.00, y me separaban definitivamente del cargo, Al resto se les trasladaba por seis meses como ayudantes con afectación del salario.

Tres pidieron la baja, pero el “panameño”, así le decíamos, vivía en el Canal del Cerro, y yo, permanecimos en el centro. Decidimos luchar. Ambos éramos militantes del partido y ni al núcleo ni al municipio del partido (se le comunicó el hecho por ser yo quien fui) así como a la dirección de la empresa, se les ocurrió pensar, y si alguien lo discurrió bien callado se lo tuvo, que se les había organizado una huelga que paralizó el taller de embarcaciones plásticas.

A los diez días se comienza a dar doble ración de almuerzo a los que en ese momento estaban  en la producción de los botes, a saber: el Jefe de taller, el tecnólogo y el mezclador quienes se vieron obligados a asumir esas funciones.

Aunque cumpliendo sanción, habíamos ganado la batalla. Insólito, a los sancionados se nos daba también ración doble de almuerzo. Alguien, nunca investigué, en elogio a nuestra actitud, nos estaba aplaudiendo con ese gesto.

Recibí muchas muestras de cariño y respeto de los trabajadores de los otros talleres y de algún que otro dirigente administrativo. Otros fueron más allá, como mi gran amigo, y primer jefe administrativo, Champan, que me dijo: «Bravo, Pedrito, qué coj… tienes, eso se llama huelga». Nadie me recriminó ni dejó de tratarme.

Dos meses después pedí la baja y dejé de militar en el PCC. Aún espero por la consabida sanción. Aunque seguí trabajando nunca más lo he hecho para el régimen.

Infinita riqueza de la vida, años antes, en 1987, dirigiendo la refinería de aceite Fernando Dorrego, un turno de trabajo me hizo lo mismo y por razones parecidas. Aunque la producción solo se paralizó por cuatro horas. Reunido al otro día con el director de la empresa y con un miembro del buró municipal del partido, cuando les dije que me habían hecho una pequeña huelga, por poco infartan. El del buró municipal me dijo: “Pedro tú estás mal, ¡En Cuba no hay huelgas!”.

De paso, les doy  muestra de una de las aberraciones y estupideces del sistema salarial en el país. Yo, como Jefe de esa brigada que no sobrepasó los 15 hombres, y nunca produjo más de 50 mil pesos al año, ganaba lo mismo que cuando dirigí la refinería de producción continua, que contaba con 105 trabajadores y producía valores por 12 millones de pesos.

Y, ¿qué ha sido de la poderosa Industria Deportiva Cubana?

 

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Pedro Acosta

Nací en Diciembre de 1951. Estudié Contabilidad hasta 3ero y Derecho hasta 2do. Fui combatiente internacionalista en Angola. Dirigí la Ref. aceite comestible más grande de Cuba. Fundé en 1995 un restaurante que dirigí por 17 años. Escribo actualmente para medios independientes. Y hoy estoy aquí aportando mi parte como ciudadano porque la suerte se construye y se abona nadie nos la regala.

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