CAN´T GET, NO…

 

cucarachita_martina

 

Por Juan Carlos Cremata

El personaje central del, por algunos catalogado como, cuento infantil nacional cubano, es una cucaracha llamada Martina. Que se encuentra cinco centavos abandonados, mientras asea el suelo patrio. Y no sabe en qué invertirlos. Así mismo, con un ajustado presupuesto parecido, al que han dado ahora en llamar “modelo económico” revistado, reajustado o improvisado en planes de “estudio y desarrollo”– y a veces con muchísimo menos en los bolsillos- e intentando remover el polvo que nos apabulla, hunde, o aturde, todavía hoy día, en esta isla sin peso, muchos de los comunes nos hemos debatido a qué espectáculo, o show, acudir, en la “feria de las vanidades” que se ha convertido Cuba, con el tan cacareado “cambio” que seducen, o podrían, traernos los tiempos.

Aunque el gobierno persevere en tratarnos, a la gran mayoría, como energúmenos, números, cifras, logros indiscutibles de un sistema obsoleto, acápites cumplidos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, masas sitiadas, detrás de una barrera exclusiva en área VIP y patrullada atentamente por agentes del orden. O básicamente: fumigables insectos.

MAMI ¿QUÉ SERÁ LO QUE QUIERE EL NEGRO?

La primera de las atracciones para este gran “parque temático del pasado” en que nos han trocado – al margen del programa, estrictamente establecido, por el circo-comedia-patética-habitual de la nomenklatura oficial -fue ponerse a cazar el paso efímero, “rápido y furioso”, de esa “bestia” que vino del cielo, en un potente Air Force One. Para que nos permitiese asimismo comprobar, aunque fuera un poco, y casi en aliento, que el carismático y sagaz Presidente llegado del Norte, era un poquito más real. Y efectivamente, estaba más cerca de nosotros. Pisando el suelo de nuestras cotidianas desgracias. Disfrutando, desde su arbitrio enriquecido, el infinito caudal de nuestras continúas carencias. Acreditando nuestra miseria palpable. Orgullosa, digna, bravucona y resplandeciente. Examinando la “pobreza irradiante” de la que se vanaglorian orgullosos algunos de nuestros más altos dirigentes.

La capital se sintió por unos pocos días, en su ya tradicional inacción socialista, agitada, jadeante, confusa y convulsa. Y cual prostituta maquillada para una recepción más que formal con la realeza, combinó sandunga de afeites vencidos, con fetidez viciada de inmundicias evidentes. Pavoneó cierto garbo. Mariposeó indulgencia. Sólo un poco. Sin exagerar. Pues ni las hienas se llenan, ni los lobos se sacian. Y en medio de tanto asueto admitido, nuestra militar-castrense e intolerante “bestia interior”, no pudo contenerse el mostrar sus crueles garras, al llevar a cabo, una vez más, las ya periódicas represiones contra esas manifestaciones pacíficas de mujeres-madres-hermanas-novias o amigas, vestidas todas de blanco. Como constancia de su colmillo sangriento y macabro. Como reafirmación “revolucionaria” de un patriotismo furibundo y enardecido, que desconoce, excluye y destierra, el elemental principio de que: PRIMERO, SE ES HUMANO, LUEGO CUBANO.

Pero a pesar de las complicaciones con el tránsito y la imposibilidad de moverse libremente; de todas maneras, pudimos sentir, como una brisa en el ambiente, que exhalaba una pizca disipada de soltura. Cierta aparente autonomía. O al menos la fachada, de que algo en la atmósfera se distendía. ¡Incluso hasta el clima se tornó más friolento! Fueron días nublados. De esos que tanto se agradecen, aquí, como un oasis al eterno calor que padecemos.

El espectáculo fue lo bastante sugerente. Y hubo de todo. “Como en botica”. Discurso, en inglés televisado -aunque nunca retransmitido por supuesto- desde un Gran Teatro quasi-momificado. E infinidad de auras tiñosas, aun todavía en merodeo, e interpretando cada sílaba de lo que por allí se dijo. Como las que sintomáticamente sobrevuelan desde hace mucho tiempo, en las alturas del Habana “Libre”. Traductores al servicio de una dictadura disfrazada, durante unas pocas jornadas, de cautelosa y esposada “apertura”.

Y hasta un juego de pelota deprimente en el que, entre bateo y entrada -aunque intentaron levantarnos, un poco, la moral con la reproducción constante de instantes felices en pasadas victorias obtenidas – que es decir: más de lo mismo, o lo de siempre con lo de todos los días– todo culminó con una derrota mustia, desabrida, incolora y pueril. Vergonzosa, triste, aplastante. Circundada por unas gradas que perdían cada vez más, a un público militante-invitado-convocado, cual reunión mega-gigante de Núcleo del Partido, para apaciguar un potencial entuerto, acallar cualquier posible demostración auténtica – verdaderamente popular y/o no planificada – de descontento, rebelión o denuncia ante los distinguidos visitantes.

Cuando finalmente despegó Obama, muchos sentimos el alivio que transpiraron, a coro ya ensayado, los dinosaurios más recalcitrantes, arcaicos, retrógrados y disciplinados. La “actividad”– como suelen llamarlo a todo – les había quedado más o menos perfecta. Comedida. Hasta elegante. Casi todo les había salido según lo acordado. No importa lo ridículos, despóticos, o medievales que lucieron frente al pueblo. Por eso, ahora se trata, a la carrera, de ofrecer otras conclusiones del acto. Adornar de nuevo el aire con arengas patrioteras. Y ocultar, descarada y burdamente, lo que no les conviene que se piense o hable. ¡Como si eso a estas alturas se pudiera! Boletines especiales, mesas redondas, artículos a granel y hasta una reflexión de Fidel, en un despotricado galope por atajar, encausar y regir lo que todos pensamos. Hasta de un infame autodenominado Arthur González – que se inviste como “heraldo de Cuba” –y que es un engendro de testaferro encubierto, al servicio de la mentira, el chisme, la inhumanidad, la mansedumbre y la más exuberante ordinariez.

PIEDRAS RODANDO EN SIMPATÍA CON EL DIABLO.

Una segunda atracción – y después del plato fuerte, viene por lo general, seguido con distinción un postre –trajo el anhelado concierto, en pleno Viernes Santo, de unas al parecer longevas “satánicas majestades”. Totalmente gratis. Después de eso ¿quién se atreverá a cobrarnos? Aunque abarrotado, y estratégicamente separado, por una franja diferencial, que remarcó la diferencia clasista, que existe también dentro del Socialismo; curiosamente, entre la multitud variopinta que allí se congregó, no asomó la ya continua, por presente, reggetonera carencia de civismo. Esa que nos acosa y desborda al corriente, cual maestría instructora de arte emergente. ¡Fue lo nunca visto! Al sonido perfecto y las psicodélicas imágenes de los británicos que nos llegaban en notables pantallas, se añadió el suficiente espacio físico para todos. Gente tranquila, pacífica. Disfrutando del maravilloso y sublime momento. Inolvidable. Cantando y bailando entre decenas de edades, nacionalidades, colores, sabores, estilos, modos, provincias, municipios y tendencias. ¡La tolerancia reinó al menos, por fin, esa noche en la Habana! Aires de libertad como para que nos hiciéramos la idea que, de verdad, existe. Y que es posible. Sólo un efluvio ilusorio, una marea inexacta durante apenas un par de horas. Pero que luego de más de cincuenta años de sequía independiente, se veneraran, recordarán y eternamente agradecemos.

Y para cerrar -por ahora, porque esto parece que promete más – y como “cortesía de la casa”, un aperitivo o singular delicatessen: la pasarela que promete realizar la firma francesa Channel y que se anuncia para inicios de mayo en la céntrica Avenida del Prado. Como inicio de su colección de primavera. A la que de seguro, acudirá lo más selecto de la moda mundial. Y a la que no podrá entrar, por supuesto, ningún común de los de a pie del patio. Es decir: nosotros sólo ponemos la escenografía. ¡Ah, y los peones de carga! Como para acuñar la prepotencia, preponderancia y dominio que ha ganado este país en falsedad y apariencia. Una cosa es lo que se vende como imagen para el resto del mundo. Y otra, muy distinta, lo que sucede por dentro. El doble discurso. La ausencia de moral. La hipocresía exhibida y descubierta.

HAMBRE ADORNADO, PERO ADEMÁS ¿SILENCIO? 

No es la primera vez que escuchamos, o leemos, el comentario solariego, tonto e inculto, de que “la ropa sucia se lava en casa”. A tono con estos momentos, habría que preguntarse pues: ¿qué ropa?¿con qué detergente? y ¿de qué casa hablamos? Martina sigue barriendo y Liborio continúa sufriendo, mientras se manipula, sin pudor, ni decoro alguno, la información y el raciocinio como si fuésemos estúpidos o anormales. Y una vez más abusan de un Martí-todo-terreno, al que recurren para revalidar o emperifollar sus maquiavélicas teorías. Publicando sólo lo que les conviene, amolda y cuadra. Prensa gris, monótona, aburrida, esclava y pesada. Todo lo que suene a contrario, por supuesto, es descartado. Y hasta tildado de ser foco de apatía apátrida, o negatividad a ultranza, “financiada desde fuera”. ¿Por qué todos tenemos que pensar lo mismo? ¿Por qué a todos se nos decreta obediencia?

Uno de los más graves problemas que penamos, es que todas esas opiniones, artículos y comentarios de eruditos adoctrinados, sólo responden a una única, posible y permitida visión de los hechos. La que dicta el patriarcal, soldadesco y antediluviano Partido Comunista. Amordazador, vetusto y obcecado. Lo interesante, y verdaderamente democrático, sería que se escucharan, publicaran y leyeran también, y además, otros criterios. Lo que derraman los órganos de difusión masiva, sabe demasiado a dogma, huele a orientación dictaminada desde “arriba”. Apesta a credo demasiado constreñido en una forzosa y supuesta “batalla de ideas” donde lo que pretenden es asesinarnos a mansalva muchos de nuestros genuinos sentimientos. Quieren echar a pelear las diferencias de opiniones, por omisión y suprimiéndolas. Para seguir disfrutando, a pierna suelta, de este carnaval de corrupción, de esta privanza manifiesta, de ese cinismo traidor, de esa arbitrariedad encubierta y de ese machismo irritante, guerrero, arcaico, letárgico y desesperanzador.

No hay dudas de que la mayor y más fastuosa de las representaciones la está ofreciendo el propio Estado. Esperen la variada-circense-programación que anuncian y prometen para el próximo Congreso. Con esa verborrea empalagosa llena de justificaciones sin sentido. Con esos actos de magia, censura y ocultismo, a los ojos de todo el mundo. Con esas payasadas reflexivas nonagenarias. Con esa cuerda floja que nos hacen atravesar a diario. Los come-candela. Con esa burocracia acrobática pletórica de cabecillas malabares. Con esos fieros domadores abusivos. Con tanta irracional fiera suelta. Con esos maestros de ceremonias debidamente catequizados. Y con un cuerpo de baile milimétricamente adormecido. ¿Cómo ser escuchado por ese orfeón de fósiles oportunistas, ciegos y sordomudos?

Thanks, Mick Jagger, millones de gracias por cantarnos. Pero, sorry, nos consta que no tendremos, al parecer por ahora, los cubanos, alguna que  otra satisfacción asequible. Y Martina continuará dudando si ser etiquetada de golosa, vanidosa, “desviada ideológica” o simplemente “contra-revolucionaria”, mientras le canturree bajito a su escoba, al piso o a su incertidumbre: “And I try, and I try, and I try”.

 

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