CAMBIO & CAMBIO

 

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Por: Ana

Podría decirse que la historia de la civilización, fundamentalmente la historia del interior humano, del carácter represivo del hombre como ente social, adquiere una estructura compleja a partir de hechos que como en fuga van repitiéndose a través de los años. Mensajes conductuales en los que el individuo debe tener un mayor autocontrol, al tiempo que va renunciando a sus deseos instintivos más básicos. Por eso somos una sociedad de apáticos, sencillamente no logramos ser felices.

Nuestra calidad de vida no nos interesa, según abandonamos nuestras condiciones internas, más nos alejamos de los placeres sustitutivos de los que disponemos para satisfacer nuestros instintos, sexuales y destructivos más primarios. El hoy exige un máximo nivel de renuncia y represión. Fuimos diseñados para ser cazados y nos hemos rendido.

Ya no hay nada que matar. No hay de quién huir. No hay nada que explorar. Freud y su teoría han quedado al descubierto. Es solo una teoría. Estamos amarrados al concepto inhibición-autocontrol. Los modales en la mesa lo demuestran. Nos educan para comer poco. O sea para pasar hambre.

Por otra parte sería bueno recordar que ese inhibirse tiene sus orígenes en la lógica del poder. Yo digo que no hay saberes neutrales, virginales. En temas que algunos llamaron bio-política, el estado se hace cargo de la totalidad de la vida de los seres humanos. He ahí mi lógica de pensar palabras y cosas. Y comienza entonces aquí el uno mismo, la individualidad; no hay represión ni renuncia en el individuo cuando llega a tener una funcionalidad propia, ser como es, y punto.

Hay muchas formas de sufrir la castración social a la que nos enfrentamos. Ahí está la historia del deseo, la historia de los placeres, la metáfora represiva como núcleo del imaginario sexual, las doctrinas absolutas que recorrieron gran parte de la modernidad. Por esta razón la idea de romper con dogmatismos, doctrinas, poder centralizado, es fundamental para plantearnos la capilaridad, la dispersión del poder. Relación, poder & voluntad, la erótica del poder.

Somos la sociedad de la vigilancia y el castigo, aunque debiéramos procurar romper las barreras del prejuicio. Debiéramos incluso, generar exclusiones, sociales, raciales, de tipo genérica.  No respetamos la diferencia, o lo que nosotros creemos que es la diferencia. Tiene que ver quizás también con establecer una forma de cultura. No aquella que nos venden en manuales y guías de cómo comportarse adecuadamente.

Si pensamos diferente se nos señala con el dedo. Porque objetivamente la sociedad está preparada para la imposición y no para la aceptación del otro con sus razones y sus pesares.

Está claro que el proceso civilizador parece haberse propuesto negar nuestra naturaleza corporal. En muchos casos, la educación anula totalmente toda posibilidad de disfrutar y satisfacer nuestros deseos. Ni siquiera somos conscientes de ello, porque estamos tan socializados que ya no catalogamos la cortesía como una imposición. Hoy en día un niño de diez años sabe más normas de educación y se domina más que un adulto de hace cinco siglos. A eso llamamos civilización.

Esto dice el manifiesto de Unabomber:

“La revolución industrial y sus efectos han sido un desastre para la humanidad- han aumentado enormemente la esperanza de vida de los países desarrollados, pero han creado sociedades inestables formadas por individuos insatisfechos con sus vidas; han sometido a los seres humanos a todo tipo de humillaciones, han producido un sufrimiento psicológico generalizado (en el tercer mundo el sufrimiento también es físico), y han dañado seriamente nuestro planeta.”

Entre el 1980 y 1990, Unabomber se hizo famoso en Estados Unidos porque enviaba paquetes bombas a conocidos científicos, ingenieros y políticos de todo el país, es decir, a los responsables de la perpetuación de la base económica y tecnológica, de la sociedad. Las bombas iban cuidadosamente ocultas en cajas de puros o libros. La policía tardó quince años para lograr dar caza a Unabomber, cuando parecía que ya no podría ser capturado el terrorista hizo contacto y ofreció interrumpir su cadena de atentados si el New York Times o el Washington Post publicaban su manifiesto.

Curiosamente, ambos periódicos aceptaron la propuesta a pesar de las numerosas críticas. Al ser publicado, una gran parte del sector de izquierda se dio cuenta de que estaba en gran medida de acuerdo con sus planteamientos. ¿Ha creado la tecnología moderna un sistema de dominación total? Claro. ¿Estamos destruyendo sistemáticamente la naturaleza? No tiene objeción. ¿La sociedad industrial proporciona solo placeres compensatorios? De acuerdo ¿Estamos rodeados de compulsivos y ultrasociales? Noticias frescas.

Es imposible predecir nada. Para preparar el cambio necesitamos cambiar. Ser capaces de bosquejar las medidas generales de quienes odian a los sistemas del control y la apatía, creando propuestas que comiencen en la base del ser humano como ser social. Cambiemos. Luego existamos.

 

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