El Tesoro de una Isla: La Edad de Oro

 

Niño cubanos Martí

Por: Gretther Yedra

 

Todo lo que quieren saber les vamos a decir, y de modo que lo entiendan bien, con palabras claras y con láminas finas. Les vamos a decir cómo está hecho el mundo: les vamos a contar todo lo que han hecho los hombres hasta ahora.

A los niños que lean La Edad de Oro, José Martí

Hoy La Edad de Oro cumple 126 años. Este volumen es reconocido como un libro medular de la Literatura infantil y juvenil cubana e hispanoamericana por su trascendencia, contemporaneidad y valores éticos y
 estéticos que lo han convertido en un clásico de nuestra lengua. Apareció 
originalmente en forma de revista mensual, desde julio hasta octubre de
1889, escrito y editado por José Martí desde New York -donde vivía como
 exiliado político- y por supuesto, como una publicación periódica dedicada a 
todos los niños y niñas de habla hispana del continente.

A este proyecto, su
 autor le aportó una perspectiva de futuro tan lúcida, anticipada y precisa 
que sus bases han permanecido vigentes para cualquier creador que quiera 
aventurarse por esta especialidad, ya que las mismas no han sido superadas:
 narrativa tradicional y propia, poesía, lecciones de historia universal, 
conocimiento de autores del mundo de la antigüedad, descubrimientos,
 folklore, y avances de la cultura, la tecnología y la ciencia; en fin, una 
mini enciclopedia cultural de la época, que continúa siendo un tesoro para 
el lector contemporáneo.

 

#Cuba Los niños son los que saben querer, los niños son la esperanza del mundo Clic para tuitear

 

Desde el prólogo de su primer número expresó: «Los 
niños son los que saben querer, los niños son la esperanza del mundo», y a 
ellos dirigió desde su intelecto y su corazón la miel de su esperanza. Esta
 revista muere prematuramente después del cuarto número, por su propia y 
justa decisión, aunque lamentable para su público lector de entonces y
 de ahora. Nos consta en el epistolario martiano que la desaparición fue muy a 
pesar suyo, porque no quería que su revista muriese, pues «nadie debe
 morirse mientras pueda servir para algo».

En carta a su entrañable amigo mexicano Manuel Mercado, en noviembre del 
mismo año, Martí explica las razones, que no fueron otras que el choque con
las ideas e intereses del portugués Da Costa Gómez, que la financiaba. Como
 mecenas, se proponía que en la revista se hablase del «temor de Dios» y 
que éste estuviese presente en todos los artículos, historias, cuentos y
 mensajes de la publicación. Esta actitud implicaba una tendenciosidad
 religiosa de estrechos principios que contradecía la mentalidad libre
pensadora y abierta de Martí. Fue una imposición inaceptable para él.

La Edad de Oro inaugura una nueva fantasía que es como una nueva magia del 
mundo moderno, la que posibilita el desarrollo cultural y científico, a 
finales decimonónicos; y con ella muestra todo aquello que surge del
 progreso creado por el propio hombre al enfrentar el entorno en que vive. Es
 por ello que ilustra muy a fondo toda su realidad presente, incluso la que
 se fabrica en los «talleres, donde suceden cosas más raras e interesantes
 que en los cuentos de magia y son magia de verdad, más linda que la 
otra», además de mostrar a los hombres y mujeres creadores de toda la riqueza
 material y espiritual de su tiempo.

No es por casualidad, que nos introduce 
con indiscutible acierto un verdadero código moral y estético de plena 
vigencia en tiempos como éstos en que América Latina -«Nuestra América»,
 frase que él acuñó- lucha por salir de todas las taras del subdesarrollo y se
 plantea la necesaria descolonización cultural y la búsqueda de un lenguaje 
propio y, finalmente, de la realización de un hombre nuevo. Nadie había 
hablado antes que él de ese modo a los niños y niñas de Latinoamérica, nadie 
dio un más alto ejemplo antes ni después que el suyo, desde las incomparables 
páginas de La Edad de Oro.

Martí estaba en su más 
laborioso período de creatividad en 1889, y la canalizaba íntegramente entre 
su labor revolucionaria como ideólogo en la preparación de la guerra de
 independencia de Cuba, en su periodismo de vanguardia militante y en esta 
publicación más que necesaria, imprescindible para su época. Lo curioso es 
que, a pesar de este múltiple quehacer: su agotador trabajo organizativo y
 apostólico en medio de su doloroso exilio político, de sus enjundiosos 
artículos y fervor militante, él encontrara un espacio de tiempo para 
dedicarlo con tanto amor, lucidez y acierto a una revista infantil dirigida a la infancia hispanoamericana.

La sabiduría martiana inmersa en toda su obra literaria y social 
en el ejemplo de su vida plena siempre podrá ayudarnos a subsanar esta «gran 
pena del mundo» actual. 
Nuestro José Martí fue un genial precursor de nuestro mundo latinoamericano
 contemporáneo. Fue quizá el primero en darse cuenta de que si bien los niños
 son los futuros ciudadanos, los hombres nuevos del mañana, también éstos no
 son otra cosa que ex niños, y que en la medida en que los forjemos a través
 de la educación integral y la Literatura con mayúscula, podremos decretar su
 maravillosa frase: «Los niños son la esperanza del mundo”.

Fuentes Consultadas:

1. MARTÍ, José, 1953-1895. La Edad de Oro. Edición especial conmemorativa
por el «Año Internacional del Niño». La Habana, Editorial Gente Nueva, 1979.
Diseño e ilustraciones de Enrique Martínez. p. 10
2. Ob. cit. p. 98.

2. MARTÍ, José, 1953-1895. Obras Completas. Edición conmemorativa del
Centenerazo de su natalicio. Editorial Lex. La Habana, 1953. Tomo II: «Carta
al Sr. Manuel Mercado», de fecha noviembre de 1889, p. 1201.

3. GARCÍA MARRUZ, Fina. «La Edad de Oro». En Temas Martianos.

 

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Gretther Yedra Rodriguez

Nací en un pueblo de una hermosa ciudad el veinticuatro de junio de 1982. Crecí y me formé con unos padres que inculcaron en mí, más que amor por la revolución o por los líderes de esta, un inmenso amor a la Patria y a un Martí desconocido por muchos en nuestra Isla. Licenciada en Español y Literatura,  tuve el orgullo de ser maestra y de formar en mis alumnos valores y principios dignos de un ser humano. Creí, como muchos... y también me decepcioné. Una tarde, con mi niño de la mano y un montón de recuerdos, tristezas, inconformidades, algo de desasosiego y otro poco de incertidumbre, me marché de mi patria. Mientras el avión despegaba los versos de José María Heredia se asieron a mi maleta y desde entonces no me abandonan... No sería martiana, y mucho menos cubana si no luchara de algún modo por una Patria Libre. Tengo una fe inconmensurable en el movimiento Somos +, es por eso que desde mis palabras estaré con ellos.

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2 comments on “El Tesoro de una Isla: La Edad de Oro
  1. Fundamentalmente por ellos, por los niños y niñas, es por los que hacemos lo que hacemos.

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