El caso Padilla: otra vuelta de tuerca

 

Heberto Padilla

Heberto Padilla

 

Por: Gretther Yedra

 

No lo olvides, poeta.
En cualquier sitio y época
en que hagas o en que sufras la Historia,
siempre estará acechándote algún poema peligroso.
Heberto Padilla

Y el juego continúa. Algunos pierden y se retiran. Otros juegan hasta el final. Un tercero encuentra conveniente cambiar de color y hasta de número. Tal es el caso en torno al poeta cubano Heberto Padilla, quien desde 1967, ha sido el núcleo de numerosas y acaloradas polémicas tanto dentro de Cuba como en el extranjero. ¿Y por qué traer nuevamente esta historia al mundo actual? Una serie de sucesos ocurridos en Cuba, y mencionados ya en mi post anterior sobre el Quinquenio Gris, hace obligatorio y urgente recordar cómo comenzó la cruzada “comunista y sectaria” contra los intelectuales cubanos de los años sesenta.

Los problemas de Padilla en Cuba habían comenzado en 1967, con la publicación, en el suplemento cultural El Caimán Barbudo, de un artículo que elogiaba el libro Tres tristes tigres, del escritor exiliado Guillermo Cabrera Infante, al mismo tiempo en que criticaba la novela Pasión de Urbino, de Lisandro Otero, vicepresidente del Consejo Nacional de Cultura. La publicación de este artículo polémico hizo rodar las cabezas de Jesús Díaz y su equipo de escritores, que fueron destituidos de la dirección del suplemento. En 1968, la edición del libro de poemas de Padilla, Fuera del juego, premiado en el IV Concurso Literario de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), calentó los ánimos de los debates y generó críticas en la UNEAC y en la revista Verde Olivo, de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.

El encarcelamiento y la confesión de Padilla, en marzo y abril de 1971, marcaron el fin de la «luna de miel» entre la intelectualidad internacional y el gobierno cubano. Heberto Padilla fue obligado a redactar una autocrítica, en la que declaró haber «conspirado contra la Revolución» y acusó a su esposa Belkis Cuza Malé y a muchos otros escritores cubanos. El gobierno utilizó a Padilla como chivo expiatorio para probar el alineamiento de Cuba con la política cultural soviética y, además, para sofocar cualquier pretensión de una política cultural más abierta. Se hicieron explícitas las restricciones a los intelectuales, no sólo en cuanto a la libertad de creación y de expresión, sino también en relación al control de su conducta pública y privada. En contraposición a la explosión creativa revolucionaria de los años sesenta, la década de los años setenta en Cuba se conoció como los años grises.

La posición de muchos intelectuales latinoamericanos en relación al gobierno cubano fue decisivamente modificada. El caso ganó repercusión internacional. La primera carta de protesta dirigida a Fidel Castro contra el arresto de Padilla, firmada por los escritores mexicanos del Pen Club de México, fue publicada el 2 de abril de 1971, en el periódico Excelsior (Carta, 1998 p:122), la misma publicación de la cual la revista Plural era un suplemento. Octavio Paz, Carlos Fuentes, Juan Rulfo, entre otros intelectuales, manifestaron en esta carta su desaprobación en cuanto al encarcelamiento del escritor y enfatizaron la importancia del «derecho de la crítica intelectual » y de la libertad, para que Cuba no cayese en un acto «represivo» y «antidemocrático».

Muchos otros intelectuales de izquierda europeos y latinoamericanos, simpatizantes de la Revolución Cubana, firmaron otras dos cartas enviadas a Fidel Castro, donde cuestionaron primeramente el encarcelamiento y posteriormente la autoconfesión pública de Padilla. La carta publicada en el periódico Le Monde, el 9 de abril de 1971, alertaba sobre cómo el encarcelamiento del escritor podría debilitar el «símbolo » y el «estandarte» que la Revolución Cubana representaba para los latinoamericanos (Primera Carta, 1998b: 123). Octavio Paz fue uno de los intelectuales que firmó esta carta.

Antes de concluir con Fuera del juego debo dedicar unas líneas a una de las secciones del poemario que, sin dudas, debió acrecentar la irritación de aquellos que se sentían más comprometidos con la ideología y las realizaciones de la Unión Soviética, país donde Padilla vivió como periodista de Novedades de Moscú, en la edición en español. Me refiero, como ya quienes conocen el libro estarán suponiendo, a los poemas agrupados bajo el título «El abedul de hierro». Las revelaciones que fueron abriéndose a la luz luego de 1986, y el destino mismo de lo que fue aquella comunidad de naciones, hicieron que el «juicio definitivo» que la Declaración deja en manos de «la conciencia revolucionaria del lector» hoy pueda dictar su veredicto a favor de los poemas que Heberto Padilla dedicó a aquella complejísima realidad que conoció desde dentro.

Delfín Prats, el Dingo, poeta censurado

Delfín Prats, el Dingo, poeta censurado

 

Las tensiones que confluyeron en Fuera del juego, lejos de aminorar, se fueron acrecentando. De hecho, en poesía, la primera víctima de estos enfrentamientos no fue Heberto Padilla, cuyo libro vio la luz, sino Delfín Prats: su Lenguaje de mudos, ganador a inicios de ese 1968 del Premio David, e impreso, fue destruido físicamente. Hechos como estos pulularon en la Cuba convulsa del Quinquenio Gris. La bestia había despertado.

Un Padilla despojado consiguió salir de la Isla el 13 de marzo de 1980. Rumbo a EUA. Lo encontraron muerto, infartado, en su casa de Alabama el 24 de septiembre del año 2000. «Nunca se recobró verdaderamente de esa arbitraria e injusta detención y confesión», relatará entonces Cabrera Infante: «Algún tiempo después lo volví a ver y ya no era el mismo Heberto Padilla. Estaba entregado al alcohol, porque cuando fue puesto en libertad caminaba por La Habana desempleado. Eso en parte, más el exilio, que es una tarea agotadora, fue lo que yo creo le hizo sucumbir ante un ataque al corazón». La “revolución” daba sus frutos: exilio, demagogia, represión, censura…todo incluido.

 

 

 

Para contactar con la autora y expresar tus criterios escribe a: gretther.edicion@gmail.com
Si deseas enviar tus comentarios sobre el post desde Cuba, escribe a: comunicaciones@somosmascuba.com. Tus opiniones serán incluidas en el blog.
Para seguir este blog por correo desde Cuba, por favor envía un correo a coordinador@somosmascuba.com. Desde el resto del mundo, ve a www.somosmascuba.com, columna de la derecha, suscribirse a este blog.

 

The following two tabs change content below.

Gretther Yedra Rodriguez

Nací en un pueblo de una hermosa ciudad el veinticuatro de junio de 1982. Crecí y me formé con unos padres que inculcaron en mí, más que amor por la revolución o por los líderes de esta, un inmenso amor a la Patria y a un Martí desconocido por muchos en nuestra Isla. Licenciada en Español y Literatura,  tuve el orgullo de ser maestra y de formar en mis alumnos valores y principios dignos de un ser humano. Creí, como muchos... y también me decepcioné. Una tarde, con mi niño de la mano y un montón de recuerdos, tristezas, inconformidades, algo de desasosiego y otro poco de incertidumbre, me marché de mi patria. Mientras el avión despegaba los versos de José María Heredia se asieron a mi maleta y desde entonces no me abandonan... No sería martiana, y mucho menos cubana si no luchara de algún modo por una Patria Libre. Tengo una fe inconmensurable en el movimiento Somos +, es por eso que desde mis palabras estaré con ellos.

Últimos posts de Gretther Yedra Rodriguez (ver todos)

Comentarios con Facebook

comments

2 comments on “El caso Padilla: otra vuelta de tuerca
  1. Lei el articulo y la confesion de padilla y esta ultima me han dado deseos de vomitar q le habran hecho los hp de la seguridad del estado para q este hombre cayera tan bajo.Se q el dictador fue a verlo en persona y lo insulto cobardemente como ha sabido hacer siempre el dictadorzuelo cuando ha tenido ventaja pues historias hay q de hombre a hombre siempre corrio el bocon q nunca dio el pecho a las balas e hizo como el capitan araña.

  2. Lo de Padilla fue un terrible pasaje de los tantos que ocurrieron. Esa carta que le obligaron a escribir es bochornosa. A la legua a notaba que él no había escrito aquello…

Comments are closed.