¡Libre!

 

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Por: José Manuel Presol.

La alambrada es solo un trozo de metal.

En nuestra memoria hay nombres que recordamos y otros que olvidamos. Entre los primeros -difícil de dejar a un lado- está el de Muro de Berlín, también conocido como Muro de la Vergüenza o Telón de Acero; aunque sus constructores, los comunistas de la llamada República Democrática Alemana, lo denominaban Muro de Defensa Antifascista.

Realmente ese Muro no defendía nada, lo que hacía era evitar que los ciudadanos de Alemania oriental huyesen del “paraíso socialista”. En Cuba no tenemos ningún muro, pero tenemos su equivalente en las tropas guardafronteras y similares. Su misión es la misma: evitar que los ciudadanos huyan del “paraíso socialista”.

Nunca podemos saber cómo y cuándo caerá un muro; pero es precisamente nuestro “amigo” Lenin quien nos dice qué pasa con ese tipo de construcciones: “Muro. Sí, pero carcomido. Basta un empujón para que se derrumbe”. Este del que hablamos cayó, de pronto, sin nadie esperarlo, por la presión del pueblo alemán, por el desconcierto de un funcionario del régimen y por la osadía de un periodista.

Hacía ya tiempo que Alemania oriental estaba revuelta. Había manifestaciones, una tras otra, en distintas ciudades y lugares. La última en el propio Berlín, con más de medio millón de asistentes; y todos gritando lo mismo: “Wir sind das Volk!” (¡Nosotros somos el pueblo!).

El gobierno había dimitido y se estaba estudiando la posibilidad de dar libertad de salida, pero siempre con limitaciones. El “aparato”, para tranquilizar los ánimos, decidió que había que dar una rueda de prensa generando esperanzas.

Aquí aparece un nombre que olvidamos: Günter Schabowski. Era un funcionario del Comité Central del Partido Socialista Unificado de la RDA, portavoz gubernamental, encargado de “dar la cara”. Habló y habló, siguiendo las instrucciones recibidas, de la nueva libertad que se iba a conceder, pero se encontró con una pregunta no prevista: «Wann tritt das in Kraft?» (¿Cuándo entra en vigor?). Echó un vistazo a sus papeles. No estaba prevista esa cuestión. Miró a los tres miembros del CC que estaban con él; tenían su misma incertidumbre. Volvió a revisar las notas. Nada. En su frente aparecieron unas gotas de sudor. No dijo una palabra, pero en la sala reinaba un silencio “atronador” esperando la respuesta. El periodista insistió. No se atrevía a responder sin órdenes, pero la situación le presionaba. Finalmente de su boca salió: “ab sofort” (De inmediato).

La respuesta fue tan inesperada que solo quien había preguntado vio la trascendencia, pues aquello estaba siendo trasmitido en directo por radio y televisión. Sus compañeros siguieron preguntando, pero él se puso en pie y echó a correr, en busca del primer teletipo  disponible. Su nombre, también olvidado: Riccardo Ehrman.

Consiguió comunicar con su redacción y simplemente dijo: “El Muro ha caído”. No le creyeron y la reacción en la Agencia Ansa, para la que trabajaba, fue: “Riccardo se ha vuelto loco”. Pero tenía razón. Al muro carcomido le habían dado un empujón y, aunque físicamente lo hizo poco más tarde, se estaba derrumbando.

No solo Ehrman entendió las palabras al pie de la letra, también lo hicieron miles, millones, de germano-orientales y se pusieron en marcha. Miles se empezaron a arremolinar en los accesos fronterizos, aún cerrados; y otros tantos, a ambos lados, unos en libertad; otros, ante la presencia de los guardias que no se atrevían a disparar. Aparecieron picos y martillos y comenzaron a golpear el Muro (en una gaveta de casa conservo un trozo que un amigo dio a uno de mis hijos años después).

Pero esos miles se encontraban con las barreras bajadas y unos guardias indecisos. Aquí parece otro nombre que olvidamos: Harald Jäguer. Aquel día estaba al frente del paso fronterizo de Bornholmer Strasse. Ante la avalancha de gente, llamó a su superior, le contó lo que había oído en la televisión y lo que estaba pasando y le preguntó que hacer. La respuesta fue que no molestase con “semejante tontería”. A una segunda llamada, ya se habían enterado de lo que pasaba y la respuesta fue: “¡No tengo órdenes de arriba! ¡No tengo órdenes que darle!”, así que Jäguer asumió la responsabilidad y ordenó: “¡Abran la barrera!”

Años después declaró que él no tiene ningún mérito en la caída del Muro, pero que quizás sí lo tiene en que cayese sin un solo disparo.

Unas horas después los alemanes pasaban de un lado al otro en total libertad. Incluso en uno de los puntos de cruce apareció un hombre ya entrado en años, que llevaba una silla y un chelo. Se sentó y empezó a tocar para aquellos hombres libres. Era el entonces aún soviético (hoy sería azerí) Mstislav Rostropovich. El Muro caía y no era solo en Berlín. https://www.youtube.com/watch?v=FiwXUJJjL6g

Un último nombre que se olvida, pero que no debe caer en el olvido: Peter Fechter. Peter fue el primer muerto intentando cruzar el muro, solo tenía 18 años, era un obrero de la construcción, cuya principal ocupación era acarrear ladrillos y cemento. Para él se había levantado el paraíso del que huía. Fue alcanzado en las caderas por los disparos de los soldados, cayendo al suelo sin poder moverse. No le prestaron auxilio, dejaron que muriese lentamente, desangrándose, ante la mirada de miles de testigos de ambos lados. Peter no es solo el primer muerto, hay cientos más con causas abiertas en la fiscalía alemana, hay miles de fugitivos por Berlín y por otros puntos de los casi 1,400 km de frontera, entre ellos, y solo en los dos primeros años del Muro, 1,300 soldados que abandonaron sus torres de vigilancia y echaron a correr hacia Occidente.

La muerte de Peter estremeció al mundo, mostró la cara real del comunismo en el poder, en su memoria se han escrito libros, artículos poesía y canciones. Yo he seleccionado una, cantada por un español, Nino Bravo, que se llama como este artículo: LIBRE. https://www.youtube.com/watch?v=7812dngARbk

 

 

 

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Jose Manuel Presol

Nací en la capital de “la Tierra más hermosa que ojos humanos vieran”, un 23 de septiembre de 1952. Salí un 30 de septiembre de 1967, con quince años recién cumplidos y, por el horizonte, empezaba a salir el Sol. No he regresado. Estudios superiores, medios o básicos en muchas cosas, fundamentalmente: Economía, Industria Alimentaria, Agroindustria, Finanzas y Gestión de Proyectos, Transporte, Logística. Vicioso de la lectura. Aficionado a la Historia. Miembro de Somos+. Espero volver algún día, mejor dicho: estoy seguro que volveré y que acabaré de ver salir el Sol.

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4 comments on “¡Libre!
  1. Hola, entro en este artículo solo para preguntar si se puede discordar con lo que usted escribe sin recibir una acusación/insinuación de ser agente de la SE. Me resulta incómodo que solo responda en ese tono a todos. Saludos

  2. // ¿Seguir esperando que el régimen se vuelva bueno o menos malo? //

    Ya no tenemos muro en Cuba, ya la gente puede irse libremente (si tiene a donde ir).

    Pero con la gente yéndose nos se resuelve el problema nacional, hay que dar razones para quedarse. ¿qué se está haciendo para que haya razones para quedarse, seguir pidiendo al régimen «que le dé pena» y se vuelva bueno o menos malo?

    • Comentario inteligente, y de acuerdo contigo, mucho rencor por todos lados asi no viviremos el presente ni estaremos preparados para el futuro, por mucho que duela hay que dejar ir. Y si ya podemos viajar, pero los que se instalan afuera se pasan la vida hablando basura con o sin razón…

  3. Nuestro muro va cayendo poco a poco, más complicado por las distancias marítimas, pero entre vuelos y aperturas se cae el telón de noventa millas.

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