Tractores Oggún, el ego primero

 

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Foto: Pablo Peláez, para Oncuba.

 

Por: Javier Cabrera

Esta semana nos hemos quedado atónitos con la decisión, fuera de toda lógica económica, de rechazar el establecimiento y la aceptación de la inversión de la compañía Cleber, para echar a andar una planta de ensamblaje de sus Tractores Oggún en la zona del Mariel.

Y carece de toda lógica porque la economía cubana está en bancarrota, asfixiada y en crisis constante; no por el bloqueo económico de Estados Unidos, sino por el empeño de hacer funcionar a martillazos un modelo que no tiene sentido. El bloqueo interno, más dañino que el exterior, campa a sus anchas a lo largo del país. La industria está totalmente desmantelada, la biotecnología incapaz de articular negocio suficiente, la minería de capa caída y los servicios mantenidos en condiciones de semi-esclavitud, y de calidades muy diversas, solo pagados a sobreprecio por los amigos. Lo único que sabemos seguro de nuestra economía es que es dependiente de los emigrados, del turismo y es, gracias a la revolución, totalmente AGRÍCOLA. ¿Quién rayos dice que no les necesitamos? ¿El promotor de la Moringa?

La zona del Mariel, que es más marketing que zona de inversión, sigue intentando disfrazarse de solución. Nuestro gobierno siempre se empeña en jugar una sola carta, cuando el mundo completo diversifica. Rechazar una inversión semejante no te hace parecer “más exclusivo”, sino torpe. Cuba acaba de elevar el riesgo porque demuestra que va a seguir haciendo la economía que sabe hacer: la del engaño a los inversores para sacarles todo lo que pueda.

Las decisiones impulsivas, el decir NO a las empresas que el propio Obama ha señalado como símbolo del intercambio, el apretón dado ahora a los locales que tienen paladares y a cuanto negocio surge. Estados Unidos ha cambiado y está ahí para ayudar, pero “Cuba ni está, ni se le espera”. El enroque en el EGO HERIDO del partido, que no solo le basta con apretar a los de adentro, sino que exporta su EGO a Venezuela para que otro payaso se enroque en lo que a todas luces es un crimen contra otro pueblo.

Oggún observa, le molesta que le rechacen. ¿Quién es el osado que no quiere las armas de hierro del guerrero más grande? Son tiempos nuevos. Quizás no responda con plagas y guerras. No hace falta. Oggún, que ya entró en este siglo nos dice también que no necesita mostrar que es el más fuerte. El secreto está en que todos ya sabemos lo débil del adversario. No gana el fuerte, pierde sencillamente el necio.

 

 

 

 

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Javier Cabrera

Nací el 17 de Diciembre de 1975 en La Habana, Cuba. Ingeniero Informático, MBA. Experto en Estrategia Tecnológica y Gestión de Proyectos. No creo en un internet con barreras, ni a dos velocidades. No creo en la censura. No creo en las verdades a medias. Todos tenemos que ver la foto completa y tomar nuestras propias decisiones. No creo en la CUBA que nos han pintado, tan lejana y distante de la CUBA REAL.

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