Los hijos de Cronos

 

Por: Gretther Yedra

Esta estudiante, dijo el “estimado” secretario de la UJC, refiriéndose a Karla Pérez González, alumna de periodismo de la Universidad Marta Abreu, cita en Villa Clara, esta estudiante no es confiable para nuestro país. Pertenece a un grupúsculo contrarrevolucionario y puede estar poniendo en práctica un plan para “reclutar” a otros estudiantes del plantel. Ella es el enemigo.

La acusó de cómplice y responsable de cualquier hecho “subversivo” que pudiera darse en un futuro dentro de las aulas de la universidad villaclareña. Y no solo él participó en toda esta fantochada, también profesores y alumnos de la facultad de periodismo le hicieron el coro, la pelota, en todo este juicio a lo Salem.

Esta “chiquita”, como se expresan los pundonorosos militantes aguerridos, está calificada como potencial “agente de cambio”. O sea, que le tienen un miedo terrible y de esta forma pretenden coartar su libertad, su dignidad y sus derechos. Lo más triste de todo este teatro no es la expulsión en sí misma, sino que la nueva generación, compañeros de Karla, se haya prestado para señalar con un dedo acusador a la compañera de curso. ¿Así de enferma está la sociedad en Cuba?

Y es posible que aquellos que quieren intimidarla, a ella y a su familia, se sientan autorizados por la maquinaria de un gobierno que no para mientes en que –desde hace años-se les está pasando la sopa. Las palabras actúan en las conciencias y, en este caso, pueden armar manos asesinas. ¿Mide eso el jefe de la sección 21, o el delegado del MININT, la decana de la Facultad de Periodismo, o acaso el mismo gobernante que dirige al país? No creo.

Productor de lemas y frases que repiten sus fanáticos, Fidel impregnó de divisionismo, que no es lo mismo que diversionismo, a un pueblo entero. Sus arengas violentas y sus órdenes indiscutibles fueron moldeando y malogrando el carácter de miles de oficiales y funcionarios que hoy arremeten con odio contra sus propios compatriotas. ¿Se dan cuenta todos esos furibundos oficiales, profesores y ministros de lo que ha generado toda esta serie “manga” de “fervor revolucionario”, o lo que es lo mismo: un odio feroz hacia todo aquel que disiente? No creo. No saben que, según los budistas, un KARMA enorme los acecha.

Escudado tras todo el Estado, inmune e impune, un oficial de la CI -desde su oficina- destruye honra, miente, inventa, colige, infiere, destila odio, amenaza… Políticamente, él ya bajó a las catacumbas donde no importan las ideas y los argumentos, el sentido común y la decencia pública. Humanamente es penoso comprobar la descomposición que ocasiona esta sed de poder total, esta pasión despótica irrefrenable. Stefan Zweig describió maravillosamente –en el caso de Calvino– esa pasión enferma por ejercitar la intransigencia “como si se tratara de un elevado arte”.

Los fanáticos de la subordinación, como los oficiales de la SE, se esmeran por imponer, con violencia y tribunales de la inquisición, la obediencia ciega, la autoridad por encima de la compasión, la ley (la suya) por encima de la palabra libre, por encima de la conciencia individual. Ellos se erigen en jueces de lo que es verdadero y de lo que no lo es.

En aquella aula de la Marta Abreu, un señor clama, sin temor a contradecirse, que aquellos que osan estar en contra de SUS ideas y las de SU Comité Central, deben ser castigados por SUS jueces. Arenga con consignas maniqueas a los estudiantes que presencian el circo. Frases como: «Este es su Moncada», «este es su Girón» para enardecer a la masa, te hacen pensar en los macabros procesos de Moscú. Qué valiente este hombre. Ahora amenaza a jóvenes periodistas, a Eliecer Ávila, presidente de Somos+, a mi familia en La Habana. Intenta echar por el fango toda la moral y el prestigio que habita dentro de los miembros de este movimiento político.

Está claro que, el  oficial, el decanato, la rectoría, en fin, el gobierno, y todo lo que le cuelga no respeta a Karla porque simplemente no han podido quebrarla, porque ese muchacha menuda e inquieta, de ojos vivaces y frente amplia, eligió la estrella que ilumina y mata mientras otros (por ejemplo 8 colegas de carrera) se doblegaron al yugo, al despreciable yugo que siempre intentan imponer a todo aquel que se sale del redil. No le perdonan a Karlita que tenga cojones, que no tenga dilemas éticos, que sostenga sus criterios por sobre toda tempestad. Que sea MUJER, MARIANA Y CUBANA.

Creen que le quitaron lo que más amaba, que le dieron por dónde más le dolía. Pero debo tomarme un minuto para decirles que andan muy errados. Karla es libre, muy libre, una carrera no definirá su vida. Ella es grande y llegará lejos con o sin un título de la Marta Abreu. Al fin y al cabo un título universitario no vale la dignidad y los principios de una persona. Ella, de sobra lo sabemos, le echará ganas a la vida. Ustedes siguen con aquello de que “la universidad es para los revolucionarios”, por eso fabrican modelos estudiantiles acartonados, lacayos, dóciles, para poder manipularlos a su antojo. De ahí que la génesis de la inquina feroz del gobierno, la campaña sucia y procaz contra Karla, sea explicable: les falló el modelo acartonado, les salió una obstinada entre tantas ovejas. Y ahora andan ofuscados de miedo.

Lo grave ahora no es solo que Karla y otros ciudadanos decentes del país estén amenazados, incluso de destierro: es aterrador comprobar hasta qué punto estos espíritus iluminados, como dice Zweig, se han revelado como los peores traidores del espíritu. Su poder desembocó en omnipotencia y su victoria en un abuso inconmensurable.

Sabemos que esto no es un hecho aislado, que forma parte de la “ofensiva” que han desplegado para intimidar a muchos jóvenes que piensan y sienten como Karlita. Esa juventud que está dando pelea no se detendrá ante nada, y no porque le sobre patriotismo, tal vez no sea eso. Es que a la juventud la mueve una pasión irredenta, una fuerza descomunal que puede derribar gigantes. No se olviden de los hijos de Cronos.

 

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Gretther Yedra Rodriguez

Nací en un pueblo de una hermosa ciudad el veinticuatro de junio de 1982. Crecí y me formé con unos padres que inculcaron en mí, más que amor por la revolución o por los líderes de esta, un inmenso amor a la Patria y a un Martí desconocido por muchos en nuestra Isla. Licenciada en Español y Literatura,  tuve el orgullo de ser maestra y de formar en mis alumnos valores y principios dignos de un ser humano. Creí, como muchos... y también me decepcioné. Una tarde, con mi niño de la mano y un montón de recuerdos, tristezas, inconformidades, algo de desasosiego y otro poco de incertidumbre, me marché de mi patria. Mientras el avión despegaba los versos de José María Heredia se asieron a mi maleta y desde entonces no me abandonan... No sería martiana, y mucho menos cubana si no luchara de algún modo por una Patria Libre. Tengo una fe inconmensurable en el movimiento Somos +, es por eso que desde mis palabras estaré con ellos.

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One comment on “Los hijos de Cronos
  1. Jorge Ros, no habra reconciliacion, y ellos lo saben porque han incitado al odio por tanto tiempo que el cubano se transformo en un ser enfermo, que ni piensa lo que dice, repite simplemente como papagayo. Ademas, reconciliarnos significa que la cuchilla amenaza seriamente el cuello de los mandamases por tanta malicia regada en el pueblo.

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